
22 Oct Rabia
La Rabia
En estos últimos días, a través de los medios de comunicación hemos conocido la declaración de varios casos de rabia en Ceuta y Melilla. La cercanía de la frontera de Marruecos donde la enfermedad es endémica conlleva a que esporádicamente se presenten casos de perros con rabia en las dos ciudades autónomas, aun cuando la vacunación antirrábica es obligatoria en ambas ciudades.
Motivo de preocupación para veterinarios.
La rabia siempre ha sido motivo de preocupación para los veterinarios, ya en 1802 los dos primeros directores de la Escuela de Veterinaria, Segismundo Malatas e Hipólito Estévez emitían un extenso informe donde detallaban lo expuesta que se encuentra la población a las muchas enfermedades que pueden comunicarse a través de los perros que andan continuamente por las calles, alimentándose con alimentos fermentados y pútridos, pudiendo transmitir sarna, lepra y últimamente hidrofobia o rabia. Y hablan de varios casos de muertes en el Hospital de San Carlos desde 1800, y la llegada de perros y caballos rabiosos a la Escuela de Veterinaria.
Para evitarlo establecen un pequeño reglamento de siete artículos en el que proponen una serie de medidas que sirvan para controlar los perros dentro de la ciudad, como son: perros atados; eliminar a los perros vagabundos y enterrar a los muertos encontrados en las calles.
Trabajo de Antonio Almodóvar.
Pero hoy queremos hacer énfasis en el trabajo de Antonio Almodóvar Ruiz-Bravo, que hemos podido conocer en una de las descargas de la Biblioteca Nacional que regularmente hacen nuestros Amigos de Historia de la Veterinaria, titulado “Breves apuntes de Hidrofobia o rabia canina y sobre sus funestos resultados en el género humanos”.
Antonio Almodóvar, natural de Almodóvar del Campo (Ciudad Real), realizo sus estudios de medicina en Madrid y Alcalá de Henares, obteniendo el título de doctor en 1790. Como médico militar fue destinado a Palma de Mallorca en 1794. Ejerció su profesión en la isla, compaginándola con la enseñanza y enfrentándose a grandes retos como fue la epidemia de fiebre amarilla que asoló Mallorca en los años 1820 y 1821.
Como vocal de la Junta Superior de Salud Pública de la isla de Mallorca y ante la aparición de varios casos de rabia elaboró un documento para presentarlo en la Junta Superior de Salud Pública de la Isla, con la finalidad de que se distribuya por la isla y sirviese para preservar a las gentes de la enfermedad y obliguen a los facultativos a tomar medidas.
En el citado documento relata los síntomas y el proceso de la rabia en perros y en personas. Afirma que la rabia se establece en muchos casos sin necesidad de contagio por la exaltación de las pasiones, pero que la curación preservativa o profiláctica es la única que puede redimir al desgraciado mordido por un animal rabioso y luchar contra el virus rabifico.
Lucha contra la rabia.
Pero si algo llama la atención en el documento de Almodóvar es que ya en 1814 apunta métodos de lucha contra la rabia que se siguen utilizando en la actualidad, como son la elaboración de un plan preventivo, la vigilancia epidemiológica de la enfermedad y la observación antirrábica de los perros afectados.
Almodóvar establece en su documento que los gobernantes deben tener un conocimiento real de la hidrofobia y que se debe establecer un plan de precaución y curación de los mordidos y evitar sus consecuencias (plan de contingencia).
Así mismos, establece lo que podemos entender como un bosquejo de vigilancia epidemiológica de la enfermedad al recomendar que tanto los veterinarios que se encuentren ante un animal rabioso, como los médicos que traten a una persona mordida, deben declararlos a la Junta Superior de Salud Pública, anotando todo tipo de fenómenos observados y los apuntes obtenidos de cada uno de los dictámenes de los casos.
Afirma que no se deben matar a los animales rabiosos, sino que se debe “arrestar” al animal y que los veterinarios deben someterlos a observación (observación antirrábica, como se hace en la actualidad), y así realizar la prueba del hidrofo-metro de Petit, que consiste en “refregar carne cocida por la boca y las encías de un perro muerto con apariencias de rabia y darla a otros, si no la comen y huyen es que el animal murió de rabia, y al contario si se la comieran”.
Finalmente presenta los dos únicos tratamientos que existen para la curación de la rabia en personas el de Ehrman y el de Le-Roux cirujano mayor del hospital de Dijon, como recordatorio y enseñanza para los médicos que se encuentren ante casos de personas mordidas.
Enrique Jodrá.
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